Las comidas en verano cambian, a la vez que cambian las rutinas y horarios, así como las salidas fuera de casa, pudiendo afectar a la calidad de la alimentación de los niños. Cocinar con niños e involucrarles en la preparación de recetas divertidas y sanas, es una actividad que además de educar al peque, ayuda a conectar y a encontrar momentos en familia.
Con las altas temperaturas, algunos peques comen menos o se muestran más selectivos con la comida.
Otros siguen con el apetito de siempre, pero tienen acceso continuado a alimentos poco saludables como dulces, helados o refrescos.
La falta de planificación y la improvisación del día a día, lleva a muchas familias a comer de forma monótona, poco variada y pudiendo afectar a la calidad nutricional de la dieta de los más peques y de los mayores.
Cualquier cambio en el comportamiento alimentario de los peques, es normal que nos genere alarma; sin embargo, conocer qué está pasando y ver cómo nos podemos organizar, es clave para poner en práctica acciones que aseguren que las comidas en verano sean sanas y divertidas, a la vez que variadas.
Entendiendo a tu hijo
Debemos tener en cuenta que los peques comen aquello a lo que tienen acceso y a lo que ven en casa.
Revisa en qué lugares y momentos tu peque tiene acceso a dulces, helados o gominolas. De esta manera podrás buscar alternativas saludables o pactar cuándo sí podrá comer esos alimentos y cuándo no.
Es normal que los niños tengan preferencia por los alimentos dulces y los coman siempre que tengan la oportunidad, pero ahí entra nuestra responsabilidad como adultos, de educarles en unos hábitos de alimentación adecuados.
Comidas en verano: de lo que no hay, no se come
Es una premisa que debes tener clara y empezar a ponerla en práctica.
En época estival los peques pasan muchas horas en casa, y es normal que pidan aquello que ven en las estanterías o el frigo, pudiendo empeorar la calidad de las comidas en verano.
El primer paso para mejorar la calidad nutricional de la alimentación de los niños, es evitar que entren en casa todos esos productos que son motivo de conflicto o que sabemos que no son beneficiosos para su salud.
Cuando hagas la compra, asegúrate de preparar la lista con los ingredientes que necesitas y deja de comprar bollería, helados comerciales, snacks, etc…
De esta manera, si el niño no los tiene disponibles en casa, no los va a comer.
Recuerda que educar con el ejemplo es el arma más poderosa que hay, de manera que según comáis en casa, será el modelo a seguir por los hijos.
Si en casa se ofrecen alimentos saludables, y toda la familia come lo que se sirve en la mesa, el peque tarde o temprano los comerá.
Organiza un menú equilibrado
El cambio de rutinas o las salidas fuera de casa, no son incompatibles con mantener un orden en casa, y asegurar una oferta alimentaria equilibrada.
Por ello te recomiendo que diseñes el menú semanal, teniendo en cuenta esas posibles salidas, y asegurando el aporte de aquellos alimentos más olvidados en verano como las legumbres, el pescado o las verduras, dentro de un reparto semanal equilibrado.
De esta manera, las comidas en verano serán variadas y saludables.
Alternativas saludables para las comidas en verano
Decir NO a un helado apetecible es complicado, ya que a los peques les encanta (y a los mayores también).
Pero, eres consciente de que no es la mejor opción para comer a diario, y no sabes cómo gestionar este tema.
Te animo a que prepares helados caseros saludables, con base de fruta, de manera que se conviertan en un postre sano o un tentempié ideal para saciar la sed y tomar la fruta de una forma diferente, y pases ratos divertidos en familia preparando repostería casera saludable.
Cocina con niños en verano
En verano, es habitual que dispongamos de más tiempo para pasar con nuestros peques. La cocina es un lugar donde podemos pasar largos ratos con los niños, y cocinar con ellos para hacerles protagonistas de las preparaciones y de platos divertidos.
En verano, podéis preparar platos fresquitos como un gazpacho de sandía, helados caseros, o un hojaldre de calabacín ideal como aperitivo.
Pensar juntos la receta y cocinar con los niños, es un nexo de unión y de tiempo de calidad que es maravilloso.
Además, el resultado será mucho más apetecible y casi seguro de que el peque no se resiste a probarlo.
La flexibilidad y el equilibrio van de la mano
Cuando se trata de la alimentación de nuestros hijos, nos preocupamos mucho de no pasarnos ni en el exceso ni en ser demasiado estrictos.
El equilibrio es ideal, pero no es fácil conseguirlo.
Siempre que sea posible manejar la oferta de alimentos insanos, vamos a intentar gestionarla, bien sea hablando con los abuelos, o las personas que se hagan cargo de los niños. Al final, la salud de los peques debe ser una prioridad.
Pero también hay momentos en los que es complicado intervenir, y te diría que no es necesario hacerlo, como puede ser una tarde con amigos en la piscina, una merienda familiar… Momentos en los que salirse de la rutina, no es sinónimo de pérdida de control, ni de que pueda afectar a la salud del niño, siempre que se trate de días concretos.
Hablar con el niño, explicarle lo que va a suceder, es una forma de anticiparle y prepararle para que una vez estéis allí, no haya peleas o rabietas por cosas que ya se han hablado con antelación.
Así que ten en cuenta que la flexibilidad es necesaria siempre que vaya de la mano del equilibrio, donde haya un predominio de buenos hábitos, frente a momentos puntuales en los que se hace una excepción.
Las comidas en verano cambian, los peques tienen acceso a alimentos poco saludables y cuando el consumo de estos se repite todos los días, los hábitos se convierten en poco sanos y su salud puede verse perjudicada a corto y medio plazo.
Por ello, está en nuestra mano ofrecer comidas variadas y divertidas, para comer todos juntos en familia. Cocinar con los niños es una manera de involucrarlos y de preparar juntos platos sencillos y llenos de sabor.
Cuéntame, ¿Cómo te organizas tú en verano?